Creatividad es una palabra amable, un tema agradable. Si nos califican de “creativos” o “innovadores” nos sentimos halagados. Tenemos la certeza de que la creatividad puede reportar beneficios a nuestra empresa y a nuestra vida personal. La creatividad tiene glamour.
Sin embargo, la realidad muestra que la creatividad es un bien escaso en nuestras empresas. Generalmente, sólo se usa ante un problema. Entonces, agudizamos el ingenio y… solemos obtener resultados.
Pero raramente vamos más allá; pocas veces se pasa a incorporar la creatividad a la cultura y al modus operandi de la empresa y a agudizar el ingenio ante las oportunidades. ¿Por qué se invierte poco en este activo de bajo coste y alto rendimiento? La respuesta es múltiple.
Nuestras organizaciones están estructuradas de forma jerárquica y orientadas a la producción. En cualquier fase de éste ciclo productivo, un colaborador con una iniciativa, ¿qué puede hacer con ella? ¿dónde presentarla? Si bien la capacidad de generar ideas de todos cuantos colaboran en una empresa ha sido encomiada, ¿cuántas ideas ven la luz?
Los anglosajones han denominado Idea Killers o Killer Phrases, llamémosles Mataideas, a aquellas frases que la estructura organizativa usa para “defenderse” de las nuevas ideas: “Sí, pero…”, “no está en el presupuesto”, “buena idea, pero no es para nosotros”, “nos falta gente para hacerlo”, …, “hágame un informe”. ¿Cuántas ideas valiosas duermen una paz eterna en los cajones del superior inmediato?
La creatividad necesita un entorno adecuado
La creatividad necesita un campo de cultivo adecuado. Las ideas-semilla necesitan un vivero (lugar, tiempo, dedicación) donde echar un mínimo de raíces para poder demostrar si tienen futuro, si pueden abrir nuevos campos, mejorar el servicio, etc.
Deanna Berg, consultora de estrategias de cambio, escribió: “Tirar ideas demasiado pronto, es como tirar un paquete de semillas de flores porque no son bonitas”. Si la estructura empresarial no dispone de mecanismos para que las ideas superen el estado embrionario, puedan madurar y sobrevivir el tiempo suficiente para demostrar sus valores, estamos contribuyendo a matarlas.
Crear un vivero para las iniciativas es la lanzadera para introducir la creatividad en la empresa y un buen motor para promover el cambio. Aquellas que demuestren su valor conviene incardinarlas en la cadena de valor del producto o servicio. En algunos casos el tránsito será rápido por su facilidad de implantación. En otros, requerirá de proyectos específicos.
Adecuar la estructura de nuestra organización creando mecanismos para promover, recoger y tratar adecuadamente las ideas que diariamente surgen, es un primer paso para que la creatividad se convierta en fuente de riqueza. El camino es largo, pero excitante y prometedor.
Bibliografia
- © Ramon Gomà, rgoma@innovaforum.com, Diario Expansión, 29.05.1999, Madrid. – Creatividad Corporativa d’innovaforum. Reproducido con autorización del autor.